miércoles, diciembre 03, 2008

Lección 14

Los Diez
Mandamientos

Parte 10



“Yo pienso que me es mayor gozo ganar una sola alma para Cristo que montañas de plata y oro para mí mismo.”
Matthew Henry

Comentario: Este es el último Mandamiento en nuestro estudio. Después de completar esta lección, quizás deberías repasar todos los diez para asegurarte de que entiendes la naturaleza espiritual de cada uno. Recuerda, estos Mandamientos son el espejo que enseñará a las personas su pecado en su luz verdadera. Estúdielas hasta que los tengas memorizados. Serán armas invaluables mientras hablas con los perdidos.



Preguntas y Objeciones

“He roto los Diez Mandamientos, pero hago buenas cosas por la gente”

Muchas personas hacen cosas similares. Pueden robar de su empleador o estafar en sus impuestos, después dan a una caridad o pasan el día de Acción de Gracias ayudando en una cocina para los desamparados. Ellos piensan que están balanceando las balanzas: ellos han hecho lo malo, pero ahora están haciendo lo bueno. Sin embargo, la Biblia revela la motivación de un pecador culpable es una de culpabilidad (ver Hebreos 9:14). Ellos están intentando sobornar al Juez del Universo. El Juez en este caso no será corrompido. Él tiene que castigar a todos los pecadores. Buenas obras no pueden ganar misericordia; viene puramente por la gracia de Dios. Él va a despedir nuestra iniquidad solamente en la base de nuestra fe en Jesús.


En esta lección veremos el Décimo Mandamiento: “No codiciarás… cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17).

Codiciar es el pecado más sutil, quizás, de todos. Se ve menor cuando es comparado al adulterio, robo, o abuso sexual. Sin embargo, antes que un hombre robe, él codicia. Antes de que abuse sexualmente o comete adulterio, él codicia. Codiciar es la chispa que enciende el fusible del pecado. Es un pecado que está cerca de todo ser humano. Pocos niños están contentos con diez pedazos de dulce cuando al niño que está a su lado se le da once. La codicia tiene como compañera de cama a la envidia, avaricia, y lujuria. Era este pecado silencioso que encontró un lugar en el corazón del Rey David, rico y bendecido como era. Su ojo codicioso fue hacia la mujer de su prójimo, y abrió la puerta a una multitud de pecados.

¿Quién de nosotros estamos sin culpa y podemos decir que nunca hemos celosamente deseado algo que le pertenecía a otra persona? ¿Sea que deseamos la casa, el carro, el ingreso, o el estilo de vida de otro, nuestra codicia revela una falta de gratitud por lo que Dios ya nos ha dado? Por eso es que las Escrituras nos amonestan a ser “sin avaricia, contentos con lo tenéis ahora” (Hebreos 13:5). Aprende a orar como el salmista, “Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. Aparta mis ojos que no vean la vanidad…” (Salmos 119:36,37.).

Matthew Henry dijo, “el Décimo Mandamiento corta a la raíz; No codiciarás. Todos los otros prohíben todo deseo que ha a causar una herida a nuestro prójimo; esto prohíbe todo deseo equivocado de tener lo que nos va a satisfacer a nosotros mismos.”

Mira a esta cita increíble de Martín Lutero. Nos recuerda de la función y el poder de la Ley para revelar nuestros “pecados” escondidos:

“Mientras una persona no es un homicida, adúltero, ladrón, él puede jurar que es
justo. ¿Cómo Dios va a humillar a tal persona sino por la Ley? La Ley es el
martillo de muerte, el estruendo del infierno y el estruendo de la ira de Dios para
hacer caer a los orgullosos y descarados hipócritas. Cuando la Ley fue instituida
en el Monte Sinai fue acompañada por relámpagos… por tormentas, por el sonido
de trompetas, para romper en pedazos el monstruo llamado justicia propia.
Mientras la persona piense que está en lo correcto ella va a estar
incomprensiblemente orgullosa y presunciosa. Ella va a odiar a Dios, a pesar de
su gracia y misericordia, e ignorar las promesas de Cristo. El evangelio del libre
perdón de pecados a través de Cristo nunca apelará al que es justo en sí mismo.
Este monstruo de justicia propia, esta bestia de dura cerviz, necesita un hacha. Y
eso es lo que la Ley es, una gran hacha. De acuerdo al correcto uso de la Ley es
de amenazar hasta que la consciencia esté paralizada de terror.”

Es importante advertir a aquellos que son culpables de este pecado “inofensivo” que de acuerdo a la Escritura, “ningún…avaro, que es idolatra tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Efesios 5:3,5). En codiciar, la persona no solamente quebranta el Décimo, pero también el Primero y el Segundo Mandamiento. Cuando él ama a las cosas materiales más de lo que ama a Dios, él está poniendo su afecto en el regalo, en vez de al Dador. ¿Qué padre no le dolería si su amado hijo ama más a sus juguetes que al padre que le dio los juguetes? Un niño debe amar a su padre primero y sobre todo. Él debe amar al dador más que al regalo, y debe estar contento con lo que tiene.



Preguntas

1. ¿Qué quiere decir el codiciar?



2. ¿Por qué es el pecado silencioso de la codicia tan dañino?



3. ¿Qué es lo opuesto a la codicia? (Ver Hebreos 13:5)



4. ¿Qué podemos aprender del Salmo 23 acerca de este pecado?



5. ¿Hay áreas en que eres culpable de este pecado?



6. ¿Por qué crees que la codicia es tan frecuente?






Progreso del Predicador

Phil Osofo: “Entiendo que tú eres la persona religiosa que ha estado dando esta literatura.”
Cristiano: “Sí, señor.”
Phil Osofo: “¿No crees en estas cosas, verdad?”
Cristiano: “Claro.”
Phil Osofo: “Ha estado probado que la Biblia está llena de errores.”
Cristiano: “Nombre uno.”
Phil Osofo: “No puedo pensar en ninguno en este momento, pero es bien conocido que los manuscritos han sido cambiados a través de las edades.”
Cristiano: “No lo han hecho. Los Pergaminos del Mar Muerto probaron eso.”
Phil Osofo: “No importa. Prefiero poner mi fe en la ciencia probada que en un libro antiguo lleno de mitos.”
Cristiano: “¿Sabía que la Biblia está llena de verdades científicas y médicas que estaban escritas miles de años antes que la ciencia les descubriera?”
Phil Osofo: “No lo sabía.”
Cristiano: “Que estén en la Biblia prueba que es sobrenatural en origen. No sólo eso, pero la Biblia está llena de profecías que son 100% exactas.”
Phil Osofo: “¿Qué tal (quita la palabra “de”) Nostradamus y sus profecías?”
Cristiano: “Nostradamus leía la Biblia en secreto, robó sus profecías y las hizo suyas. Cualquiera que es ignorante de las profecías bíblicas se va a impresionar con las ‘profecías’ de Nostradamus.”
Phil Osofo: “Mi filosofía de la vida es hacer a otros lo que yo quisiera que ellos hicieran conmigo.”
Cristiano: “Esas son las palabras de Jesús. ¿Has hecho eso?”
Phil Osofo: “¿Qué?”
Cristiano: “¿Tratar a otros como quisieras que te traten a ti?”
Phil Osofo: “Más o menos.”
Cristiano: “¿Alguna vez has mentido a alguien?”
Phil Osofo: “Sí.”
Cristiano: “¿Alguna vez has robado algo de alguien?”
Phil Osofo: “Sí.”
Cristiano: “Has mentido y robado de otros, y por lo tanto no has tratado a otras personas como quisieras que te traten a ti. No has vivido al estandarte de la filosofía de tu vida. ¿Sabes como se llama eso?”
Phil Osofo: “¿Qué?”
Cristiano: “Hipocresía. ¿Si Dios te juzgara por los Diez Mandamientos en el Día del Juicio – teniendo en mente que eres un ladrón mentiroso quien es culpable de hipocresía, y ningún hipócrita entrará al cielo – piensas que serás inocente o culpable?”



Plumas para Flechas

Hace años, la policía del Sur de California llevo a cabo una operación muy interesante. Ellos tenían una lista de miles de criminales quienes de alguna manera habían evitado ir a la cárcel. En vez de poner en riesgo sus vidas al tratar de arrestar cada uno de ellos, ellos enviaron a todos los criminales una carta diciéndoles que habían ganado una cantidad grande de dinero en un sorteo.

La policía puso letreros y carteleras en un edificio, y puso globos y hasta un payaso en la parte de afuera para crear un ambiente festivo para dar la bienvenida a los “ganadores.” Mientras cada criminal entraba al edificio, el escuchaba música y otros sonidos de celebración. Él después fue dirigido a un cuarto donde (quita la palabra “el”) sonreía mientras daba las manos saludando a la gente. La expresión de la cara de gozo cambió a incredulidad mientras que a cada uno se le decía, “¡Felicidades, acaba de ganar un tiempo en prisión!” Docenas de criminales caminaron por las puertas principales, fueron arrestados y sacados por las puertas de atrás.

Era interesante notar que muchos de estos transgresores de la Ley admitieron mientras eran detenidos, “¡Yo pensé que era una operación!” pero no se podían evitar ir por su avaricia. Su amor al dinero les cegó (quita la palabra “a”) la razón, No seas como ellos. Piensa profundamente acerca de la cuestión de la eternidad, preguntándote, “¿Qué aprovechara al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?”



Palabras de Confort

Hace algunos años me sentí mal por uno de mis vecinos. El pobre hombre gastó una gran cantidad de tiempo y dinero derramando concreto, hora tras hora, noche tras noche, semana tras semana, para una larga entrada de carros enfrente de su nueva casa. El producto terminado se veía excelente – hasta que llovió. Charcos se formaron cada dos o tres yardas. Entonces él tomó su martillo pesado y gastó hora tras hora, noche tras noche, semana tras semana, haciéndole pedazos, los cuales quita la palabra “el”) los puso en su camión de remolque e hizo muchos viajes al basurero. Entonces él comenzó de nuevo, compró más cemento, y gastó hora tras hora, noche tras noche, semana tras semana laboriosamente derramando concreto. Por muchos días escuchamos el sonido del mezclador de concreto, mezclando concreto mientras nuestro vecino trataba de rectificar su equivocación.

Finalmente, el trabajo fue completado. Esta entrada de carros se veía mejor que la primera. Uno podría decir que un profesional lo hubiera hecho…hasta que llovió y revelo los charcos un poco más pequeños que la primera vez. Se mudó.



Ultimas Palabras

Anne Boleyn (1507-1536), la segunda esposa de Henry VIII:

“Oh Dios, ten piedad de mi alma. Oh Dios, ten piedad de mí misma.”



Versículo para Memorizar

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
1 Juan 2:15

No hay comentarios: